domingo, 2 de marzo de 2014

El arte como salvación de una Europa devastada

El enfrentar el valor de las obras de arte con el de las vidas humanas en el contexto sangriento de una guerra fue ya un tema tratado por John Frankenheimer en la genial película "El tren", filmada en 1964 e interpretada magistralmente por Burt Lancaster y Paul Scofield. También lo hizo Antonio Mercero, con "La hora de los valientes". El propio desarrollo histórico de los hechos, su veracidad, legitiman que el cine se haga el necesario eco e intente reflejar las repugnantes ambiciones de quienes, además de acabar con la vida de millones de personas, pretendían también adueñarse de los mejores exponentes de su creatividad, de su civilización cultural de siglos: las obras pictóricas y escultóricas de museos, catedrales y colecciones privadas.


Esta película hace justicia a aquellas personas que arriesgaron sus vidas (sin necesitarlo directamente, pues vivían alejadas del conflicto bélico) para recuperar un patrimonio artístico que corría gravísimo peligro de desaparecer. Creo que es una película sincera, fiel en cuanto puede a los hechos reales, bien interpretada y que resulta muy didáctica para quienes podrían considerar que la pérdida de obras de arte en el desarrollo de un conflicto bélico es un tema "menor" sin importancia, como se dice ahora "un daño colateral". Gracias a personas como las que aquí se recuerdan, Europa pudo reconstruir una gran parte del legado artístico de siglos, que ha seguido contribuyendo a su riqueza cultural. Evidentemente, las vidas humanas eran irrecuperables, pero hubieran sido aún mucho peor las consecuencias de esa maldita guerra si hubierámos perdido, por una destrucción sin sentido como la que quiso perpetrar Hitler, toda la riqueza artística del continente.

Hay que agradecerle, por tanto, a George Clooney que haya dirigido esta película y que reivindique el papel que sus compatriotas tuvieron en esta salvación del patrimonio cultural de una Europa devastada por seis años de guerra. No era un asunto fácil ni cómodo pero, a mi modo de ver, lo resuelve con contención, sensatez, equilibrio y buen ritmo. La ambientación es magnífica y todos los demás detalles de la dirección artística son adecuados, incluida la música.

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